Prohibición click derecho.

miércoles, 7 de marzo de 2012

El tiempo es constante, contínuo. No es que no espere, simplemente nosotros no somos capaces de mantener su ritmo.

En ésta vida si hay algo verdaderamente valioso es el tiempo. El tiempo es algo que prácticamente le es indiferente a la mayoría de las personas. Personas que cuando se dan cuenta de la real importancia que éste tiene, llegan demasiado tarde. El tiempo es constante, contínuo. No es que no espere, simplemente nosotros no somos capaces de mantener su ritmo. El tiempo es como un tren. Un tren al que todo el mundo, tarde o temprano, quiere subir. Pasa un vagón, pero piensas "Bah, da igual, si vienen más detrás". Pero eso lo piensas una, y otra, y otra vez. Los primeros vagones que pasaron iban prácticamente vacíos; te das cuenta de que los que pasan ahora van algo más llenos. A medida que pasa el tiempo, los vagones siguen pasando, pero cada vez más completos. Sigues pensando que da igual, van muy rápido, para que intentar entrar si vendrán más. Optas por seguir esperando, ingenuo, más y más vagones. Un día, crees que ha llegado el momento de coger tu vagón, pero cuando te dispones a cogerlo, te das cuenta de que estaba lleno. Te sorprendes, pero bueno, esperas otro, total, hay muchos. Para tu sorpresa, todos los que pasan, vuelven a estar llenos. Temes que no pase un sólo vagón más en el que quepas. Recuerdas esos primeros vagones, vacíos y lujosos, que no cogiste por evitar el esfuerzo de saltar a un tren "demasiado rápido para tí". Y ahora, lo único que te queda es una exánime esperanza de encontrar, al menos, un vagón derruído y roñoso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario